La mayoría de los países en vías desarrollo enfrentan el desafío de emprender el desarrollo de sus economías a través de la industrialización pero sin sacrificar el cuidado de su medio ambiente. Senegal no es una excepción a este respecto. En este país, una de las industrias más cuestionadas con relación al cuidado del ambiente es la cementera.

Empresas cementeras como Sococim, una subsidiaria senegalesa de la francesa Vicat tiene en jaque al gobierno de Senegal. De hecho, ha demandado a Senegal por autorizar a otra gigante en su mismo rubro -Dangote Cement, una cementera nigeriana- a instalarse en el país. El problema es que siempre está presente el peligro del pago de sobornos por parte de estas poderosas empresas para conseguir sus fines.

En el caso de Dangote, se dice que abonó una fuerte suma a los descendientes de un líder religioso senegalés para que les permita instalar una fábrica de cemento en las tierras boscosas en que ellos habitan. Esta zona está muy próxima a su vez a ciudades importantes que difícilmente deseen verse perjudicadas en su bienestar ambiental por plantas industriales instaladas en sus alrededores.

La población está dividida en cuanto a prestar o no apoyo a la instalación de estas plantas. Algunos prefieren resguardar el ambiente. Otros reconocen que las empresas suelen proveer a la región de importantes mejoras –que el gobierno no hace- como la instalación de corriente eléctrica o la apertura de nuevos caminos. También tienen en cuenta la oferta de nuevos empleos que las empresas generan.

En el caso de las cementeras, el trastorno que producen es la alta emisión de polvo que se concentra en el aire y provoca serios trastornos respiratorios en la población circundante.
En aras de industrializar al país, el Presidente Senegalés Macky Sall viajó en febrero a París para recaudar fondos para crear el “Emerging Plan Senegal (PSE)”, plan gubernamental para desarrollar la industria senegalesa.

Vía: All Africa
Imagen: RPP